Y así iba ella presentándose lingüísticamente, en una mañana comprando en un MediaMark cuando se encontró con una cajera de esta tienda que le respondió: “qué bien, yo también hablo 3 lenguas: árabe, fancés y español”.
Ni decir tiene que nos pasamos días hablando de cómo la condición social del individuo y el estatus social de las lenguas hace que ese multilingüsimo sea visto, social e individualmente de una manera u otra.